19/09/2013
19/09/13

El Ayuntamiento lanza una campaña de sensibilización sobre prostitución poniendo el acento en la figura del cliente

Con motivo del 23 de septiembre, Día Internacional contra la Prostitución, la Trata y el Tráfico de personas con fines de explotación sexual, el Ayuntamiento de Sevilla lanza la Campaña “Game over. La prostitución no es diversión, es violencia”, que tiene desde el 16 de septiembre hasta el 30 de octubre, a través de distintos soportes y medios y a la que la Asociación de la Prensa de Sevilla se quiere sumar.

game overLa Campaña pretende sensibilizar sobre esta forma de violencia hacia las mujeres, centrándose en la figura del “cliente”, una figura que aparece invisible cuando en realidad es, cuanto menos, un protagonista clave. Y así, lo reflejan los datos:

El 97% de las personas que son víctimas de prostitución son mujeres. El 99.7 % de las personas que demandan prostitución son hombres.

Según datos de Save the Children y de la Red Española contra la Trata de Personas, entre 40.000 y 50.000 mujeres y niñas son traídas a España víctimas de la trata de seres humanos, procedentes de Marruecos, África Subsahariana, países del Este, Brasil y Centroamérica, donde “hay una gran demanda”. Informes de Naciones Unidas constatan que España es un país de tránsito y de destino de nivel alto.
Cuatro de cada diez españoles ha recurrido a la prostitución al menos una vez en su vida.
Un millón y medio de españoles acuden diariamente al mercado de la prostitución.
Los españoles gastan 50 millones de euros al día en este negocio.

Pero, ¿por qué millones de hombres eligen comprar/alquilar los cuerpos de mujeres, llamar sexo a esa conducta y disfrutar con ello?

Cuando los hombres pagan por unos minutos de placer con una mujer para liberar tensiones o echarse unas risas con los amigos, están ejerciendo violencia contra ella.

El lema de la Campaña “Game over. La prostitución no es diversión, es violencia” denuncia que la prostitución es una forma de violencia de género y que las mujeres no pueden ser entendidas como objetos de consumo. Las mujeres no son mercancías, que se compran, se venden o se alquilan durante 20 minutos.

Hoy en día la conducta del “prostituidor” o mal llamado “cliente” es aceptada y justificada desde la naturaleza, desde el instinto, desde unas “necesidades sexuales”. Cuando surge el debate sobre la prostitución y la explotación sexual que sufren miles de mujeres en el mundo, NUNCA aparece la figura del “cliente” en los discursos, NUNCA se le cuestiona ni es objeto de atención o de reflexiones.

El consumo de servicios sexuales forma parte de la socialización de género, de los modos de comportarse que la sociedad patriarcal se ha preocupado de transmitir y mantener. La prostitución es presentada como ocio y entretenimiento, como un derecho de los hombres, como un acto que los hombres hacen como hombres, como un acto de poder social donde reafirman su posición dominante sobre las mujeres. Se trata de una actividad social que se ha naturalizado de tal manera que no se identifica como una violencia de género. Ni la sociedad ni los hombres que pagan por un servicio sexual quieren escuchar detalles sobre la tortura y la violencia que sufren las mujeres o lo que las han llevado a acabar en la prostitución. Para muchas personas es más fácil creer que las mujeres que se encuentran en prostitución están porque les gusta, porque disfrutan o porque es más fácil que buscar otras opciones, pero la realidad es otra, su día a día es bien distinto.

El 95% de las mujeres que acaban en la prostitución lo hacen como consecuencia de un estado de necesidad.
Las mujeres en contextos de prostitución sufren daños irreparables similares a los producidos en excombatientes de guerra y víctimas de tortura, daños que afectan a todos los planos (físico, psicológico, social…).

Independientemente de si las mujeres han sido o no víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual, la desigualdad, la violencia y la explotación de las mujeres están siempre presentes en la prostitución. Los hombres que hacen uso de ella deben asumir su responsabilidad en la existencia y en el mantenimiento de la misma. Porque culpabilizar y atribuir la responsabilidad a las mujeres víctimas supone una injusticia muy grave y un nuevo atentado contra los Derechos Humanos.

Y al mismo tiempo, la sociedad en su conjunto debe tomar conciencia e implicarse en la lucha contra esta problemática, debe tomar un papel activo, denunciando tales situaciones y rechazando que determinados hombres continúen prostituyendo mujeres.

EL JUEGO HA TERMINADO.

Comunicación APS