Presentación del libro “Prohibido suicidarse en primavera…” del periodista Joaquin Arbide
Mañana martes, 8 de octubre, a las 20.00 horas, el Círculo Mercantil de la calle Sierpes 65, acogerá la presentación del libro “Prohibido suicidarse en primavera, en verano, en otoño y en invierno”, obra del periodista y escritor Joaquín Arbide.
En el acto de presentación, además del autor intervendrán Rafael de Cózar, poeta y catedrático de Literatura y José María Toro, de Guadalturia ediciones.
Descargue aquí la invitación.
Breve reseña del libro
Cuando se habla de “humor”, alguien puede entender que se está hablando de cualquiera de los líquidos del cuerpo del animal. ¡Pues, no! Otros pueden pensar que se habla del genio que muestra una persona. ¡Caliente! Incluso de la agudeza de cualquier otra persona. ¡No vamos mal! Y hasta de la actitud positiva o negativa de una nueva persona. ¡Vale! (Por personas no ha de quedar). Y para redondear, se puede hablar de la expresión irónica… ¡Ahí está! La ironía. Noble deporte tan difícil de practicar.
A lo largo de la historia, el hombre ha manifestado, siempre que se lo han permitido, su derecho a contar hechos festivos, caprichosos o extravagantes, practicando un estilo literario en que se ha dado la ironía. Esto ha dado lugar a que se cree una bendita casta profesional que ha venido en denominarse, humoristas. Y de esto se trata: del humor y de quienes lo fabrican.
“Prohibido suicidarse en primavera” es un libro que nace con la intención de rendir merecido homenaje a aquella generación de humoristas que luchó en los duros años de la posguerra, a través de las páginas de un semanario valiente que se llamó “La Codorniz”, el “periódico más audaz para el lector más inteligente”. Allí escribieron y dibujaron Gila, Tono, Mihura, Alvaro de la Iglesia, Gómez de la Serna, Wenceslao Fernández Flores, Edgard Neville, Carlos Arniches, Mingote…
Fueron unos creativos que, asumiendo la situación, supieron arremeter contra ella y hacerla más fácil a un buen puñado de españolitos que necesitaban de la ironía y del humor, como antídoto y medicina, para sobrevivir la tragedia y las dificultades.
Los que entonces estrenábamos adolescencia, tardaríamos en saber que aquello era humor del absurdo y humor surrealista. Términos que tardaron tiempo en conseguir visado de entrada en nuestro país.
Mucho más de medio siglo después, rememoramos, redescubrimos y nos divertimos con aquellos ejercicios que luego habrían de seguir, cual alumnos aventajados, profesionales como “Tip y Coll” o “Martes y Trece”. Porque ahora, salvando las distancias, todos andamos un tanto necesitados de humor, mientras más absurdo y surrealista, mejor.
Mi libro es un homenaje y una necesidad.